ESTE DÍA DEL CORPUS

También este “jueves” desapareció. Sí, uno de aquellos” tres que alumbraban más que el Sol”.

Desapareció lo mismo que, al menos por ahora y tal vez por mucho tiempo, esos días en los que los vecinos nos veíamos venir a “cara descubierta”, sin tener que intuir por sus andares, sus ojos o su porte, quien ajusta su personalidad tras una mascarilla útil, eso dicen, para poder sobrevivir.

Pero, sin duda, detrás de esa mascarilla hay más que un rostro conocido. Con toda seguridad, hay un extraño mundo de experiencias insospechadas sólo hace unos pocos meses, más días de lo que hubiésemos sospechado contabilizar en la peor de las pesadillas.

¡Qué extraño inventario elaborado en cada experiencia personal! Tan distinto en la mente infantil, en la juvenil, en la adulta y qué decir en la de aquellos cuya historia es bastante más amplia que su futuro. Silencios abrumadores, labores que de tan rutinarias se convierten en hartazgo insufrible, soledades en reducidas compañías, juegos inventados o recuperados con dificultad que terminan con indeseados bostezos o descuidadas respuestas. Sin duda quedaron aliviadas las dificultades con necesarios tiempos compartidos a los que en la “anterior situación” apenas si encontraban ocasión de mirarse a los ojos más allá de la rutinaria observación de quienes están cerca de nosotros y de la superficial ojeada sobre lo que encontramos a nuestro alrededor, a veces, casi de modo casual.

Tiempo habrá de entrar en detalle sobre todo cuanto ha dejado esta inmediatez que apenas cabe en unos meses sobre nuestra identidad y cuánto ha dejado de ser algo propio para alejarlo de nuestro modo de estar y puede que casi de ser, pero la mirada impertinente hacia el pasado no debería de dejar resbalar aunque sea de pasada la justificación de citar aquello que aparece en nuestro pasado como esto que ahora aparece en nuestro presente lo podamos localizar en ese futuro que, sin duda, nos ha de llegar o, al menos, a los que anden tras de nosotros.  

Así que ahí quedan estas dos imágenes para que, quienes estén interesados, evoquen aquellos “jueves” – a los que la “autoridad competente” ha deslizado hasta el siguiente domingo, con las excepciones bien conocidas y con la justificación suficiente que avala tal decisión -, en los que las calles cubiertas de juncos y ramajes de los desaparecidos ribazos y balates se dejaban llenar con los trajes engalanados de los arjoneros que delante, a los lados o en las aceras adornadas con circunstanciales altares primorosamente preparados por los vecinos más cercanos, se integraban, cada uno a su manera y según su creencia, en la solemne procesión donde la imagen devota de los santos se trascendía en la Monumental Custodia con la Sagrada Forma, en la celebración festiva del Día del Corpus Christi, adoración pública del centro esencial de la creencia religiosa mayoritaria de nuestros ciudadanos.

Y en la imagen encontrarán personajes, escenarios y razón de más para revisar su propia historia, sus propios “días del Corpus”, su “hasta el día de hoy”, si les parece, para añadirle esta virtual Procesión del Corpus en un especial año que nos ha tocado vivir, el 2020.

Manuel Antonio Cardeña Perales

Cronista oficial de la ciudad

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